lunes, 28 de febrero de 2011

Toda una vida por el arte


Una brillante mujer ilumina los escenarios de la ópera en Medellín

Gisela Zivic, cantante lírica de ópera, opereta y zarzuela, cuenta cómo el arte ha sido su inspiración y su vida desde que era una niña. Hoy, es la imagen de la Fundación Prolírica de Antioquia, una empresa que lucha por sacar lo mejor del arte y la cultura en una ciudad tan difícil en ese aspecto, como lo es Medellín.
Por: Marcela Arango Aguirre

Encontrarme de frente con Gisela Zivic, fue encontrarme de frente con su mundo, con el arte y la música en todo su esplendor. Era una mañana tranquila en la EPA (Escuela Popular de Antioquia) ella estaba en un ensayo para la Gran Gala Lírica que celebra los 15 años de la Fundación Prolírica en Antioquia. También estaban presentes la Orquesta Filarmónica de Medellín y los demás actores de canto lírico que iban a participar en el evento. La combinación de la música en vivo y las potentes y hermosas voces de los cantantes, hacían del lugar una especie de paraíso donde las sensaciones brotaban del corazón e incluso del alma.

Cuando llegué, Gisela estaba sentada en los asientos del auditorio que corresponden al público. Todo el mundo se le acercaba a saludarla. Estaba de espectadora mientras esperaba su turno en el ensayo. Y sucedió, llegó su momento. Se puso de pie y se dirigió hacia el escenario. Con mucha seguridad y sentimiento interpretó su personaje, se dejó llevar por la situación y salió de su garganta esa milagrosa voz que pone los pelos de punta. La acompañaba otro cantante y la melodía maravillosa de la Orquesta Filarmónica. El ambiente era celestial.

Así es la señorita Zivic, un mar de luz, de pasión y de alegría. Es además una mujer sencilla y a la vez ‘glamourosa’. Ese día llevaba puesto un vestido de bordajes cafés, algo ‘hippie’, una mochila de Juan Valdez y unas sandalias. Su sedoso pelo dorado, ilumina un hermoso rostro con una sonrisa que contagia de felicidad al espíritu. Es una persona totalmente coherente con lo que ama; ama la música y vive de ella, vive de lo que ama.

“La música es mi vida, las otras cosas que he hecho pueden ser hobbies, o profesiones; la música es mi profesión, pero es mi profesión porque la amo y porque vivo de lo que amo. No es que me toca trabajar, o sea, para mi estar trabajando acá y cantar es como jugar, me da risa que antes gano plata, me pagan por jugar un rato” dice Gisela al respecto.

Nació en Argentina, donde su mamá era cantante de ópera del Teatro Colón de Buenos Aires. Por aquel motivo, tanto su hermana menor como ella, siempre estuvieron rodeadas de arte y música, vivían de teatro en teatro. “Desde que tengo noción, desde los cuatro años, yo sabía que quería ser cantante. Cuando fui creciendo un poquito más, a los cinco o a los seis años, yo dije “quiero ser cantante de ópera” por mi mamá, porque me apasionaba lo que ella hacía, pero sin ella decirme nada, yo le decía que quería estudiar música”.

Uno de los primeros grupos que la inspiraron fue ABBA. Desde los cinco hasta los ocho años, se aprendía todas las canciones del grupo pues su mamá les daba lecciones de canto y de inglés, ponía los discos ella misma y soñaba con tener un grupo como aquel. Desde allí empezó el sueño de la música, un sueño que más adelante se haría realidad.

¿Y cómo se alcanzan los sueños? Pues luchando por ellos, lo que convierte a Gisela en una luchadora sin ataduras, poco convencional y desprendida, franca y leal a lo que ama.

Hace varios años vive en Colombia, por lo tanto se siente tan colombiana como argentina. “Cuando voy a Argentina me siento rara, me hace falta Colombia; pero cuando vengo de Argentina acá, también me siento rara, es algo extraño. Cuando salgo a otros países me siento de los dos (Colombia y Argentina) entonces ya me dicen la “Colombo-Argentina”, y en muchos lugares creen que soy colombiana. Hacia los dos países siento un amor total y me siento tanto del uno como del otro”, comenta.

A los 16 años se vino a vivir a este país, debido a que Argentina estaba atravesando una grave crisis económica, en el año 89, y el esposo de su mamá, que es de Bolívar-Antioquia, les propuso venirse para este país. Estudió música en el Conservatorio de la universidad de Antioquia, convirtiéndose en una excelente pianista, y luego estudió Comunicación Social en la Universidad Pontificia Bolivariana. Su mamá fue su profesora de canto lírico. Gisela pensó estudiar canto pero se arrepintió pues aquí en Colombia, el canto lírico, no daba para sobrevivir, no tenía oportunidades. Por lo tanto se dedicó a cantar rock y pop, que también le encantan, y formó algunos grupos como Clímax (donde era la vocalista) que fueron reconocidos en los años 90 junto con Craken, Ekimosis, Código y Estados Alterados.

También ejerció el periodismo. Trabajó durante nueve años, aproximadamente, en El Mundo Diners, después estuvo en Estéreo Azul y luego la contactaron de CARACOL radio en Bogotá haciendo el programa de la mañana de los 40 principales cuando se inauguró la emisora en Colombia. “Yo tomaba los temas científicos, culturales, de entretenimiento pero trataba de no hacerlo tonto y de chismes, porque eso me daba mucha rabia y no va conmigo. Por eso me tenían más respeto y ya entendían qué era la parte cultural” afirmó. Trabajó también en algunos programas de televisión, ejerciendo periodismo musical.

A la vez, realizaba pequeños papeles y cantaba en el coro de la Fundación Prolírica de Antioquia, que fue creada en 1994 por su mamá y el esposo de ella, pero no se dedicaba de lleno a eso. En el 2002, renunció a CARACOL radio en Bogotá, se vino a vivir nuevamente a Medellín, se casó y decidió retomar el virtuoso rumbo del canto lírico, que es su verdadera pasión.

Actualmente está completamente dedicada a la música. “El escenario es lo máximo, aunque el canto lírico es una carrera muy estresante. Uno tiene que sacrificar muchas cosas, pero yo soy una soprano un poco atípica porque soy más loca, vengo del pop y del rock, de la comunicación, es decir, estoy empapada de muchas cosas y eso me hace ser una cantante de ópera más completa. También he estudiado danza, manejo muy bien el público, soy maestra de ceremonias, locutora; todo esto me da un conocimiento integral, eso es muy chévere”, dice.

Es la Directora Ejecutiva de su empresa familiar Prolírica, que durante 15 años ha luchado por sacar adelante el arte en la difícil ciudad de Medellín. Y es difícil porque, como ella misma reconoce y denuncia, esta es una ciudad con enormes falencias en lo cultural. Una de ellas es la falta de público y la falta de teatros propicios para la ópera.

“Hemos venido, durante 15 años, haciendo público. Ese es un trabajo complejo que porque el público de esta ciudad es muy difícil; pero puedo decir que ahora la gente está más receptiva, ya conocen y saben qué es Prolírica, ya tenemos un público instaurado. Además, ahora vienen jóvenes porque ven que la fundación está llena de ellos; el coro que tenemos, de 45 personas, son casi todos estudiantes de música o de canto. También ven el ejemplo en mí, que soy la imagen de la fundación. Es decir, el público me reconoce, saben quién soy y admiran que una mujer joven y bien presentada se dedique a esto”, concreta.

En su lucha por el arte, se han visto recompensas pues afirma que no es lo mismo la situación de el canto hoy que la de hace 15 años atrás. Dice al respecto: “Hace 15 años en Medellín no había nada relacionado con el arte lírico a parte de la carrera en la Universidad de Antioquia; en cambio ahora ya hay una compañía, los estudiantes vienen, hacen pequeños papeles, otros están en el coro, o sea, hay más oportunidad”.

Además es una mujer con visión, con miras a un futuro más cultural, donde se tengan en cuenta todos los aspectos del arte como la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, el cine, la televisión. “Yo agarraría todo, desde los barrios hasta la ópera que es lo más sublime. El canto lírico es el virtuosismo en todo sentido, es la suma por excelencia de todas las artes. Entonces, cómo es lo máximo en arte, lo tenés todo elevado; lo máximo en arquitectura, lo máximo en diseño de escenografía y vestuario, de luces, de cantantes de orquesta, de todo; pero es música popular, no es aristócrata aunque mucha gente crea eso”.
Se adentra tanto en su trabajo que a veces se excede, ella misma cuenta que son muy pocas las horas diarias en las que lograr conciliar el sueño. Es una mujer entregada al aprendizaje, a la investigación y al conocimiento; lo anterior se ve reflejado en la forma como construye los personajes que va a interpretar en las obras líricas. Tiene la habilidad de meterse en la piel de los personajes que interpreta. Ellos la envuelven en viajes hacia otros mundos, en otras épocas.

“Mi relación con los roles que interpreto, es impresionante. Me meto de cabeza en un personaje. Comienzo por investigar de dónde viene y la historia de la obra; si fue inspirada en un libro me leo el libro, luego veo la adaptación de ése texto al teatro, busco cuál es mi personaje y las diferencias en el libro y la obra lírica, si vivió en la vida real o no vivió. Después me pongo a mirar todo lo que escribe el compositor en la partitura, me meto en la música, a ver qué quiere decir, y le pongo mi parte, lo que yo siento, cómo creo que es. Luego me enfrento a lo que me dice el director de escena, que es compartir lo mío con lo que él quiere, es hacer una simbiosis de todo. Así lo construyo. Es mucho tiempo encontrándolo”, comenta.
Pero a pesar de llevar tantos años dedicándose a esta virtuosa labor, Gisela Zivic, todavía siente pánico antes de poner un pié en el escenario. “las cosquillitas en el estómago nunca se quitan, es terrible y el problema es que es un segundo antes de salir, ahí sentís que te morís, que te vas a desmallar, que no sabes qué hacer. Pero ya pisaste el escenario y se te olvidó, ya estás en la jugada y ya no hay vuelta atrás, pero igual uno dice ¿por qué me metí en esta carrera? sabés que la amás pero igual da pánico, terrible”.

A Gisela Zivic la enloquece la ópera, es su vida, es su todo, ella es puro arte. Una mujer histriónica, llena de aptitudes y talentos sin fin. Tan solo su presencia, atrae millones de sonrisas y abrazos, todo el mundo quiere estrechar su mano, saludarla, hablar con ella; y a ella le encanta compartir su pasión con todas las personas. En definitiva, es toda una diva de la ópera.

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